Con una tasa de paro alrededor del 18%, más del doble de la media comunitaria, se debate en España sobre la necesidad de una reforma laboral. A la propuesta de cien economistas, a favor de un contrato único indefinido, se ha sumado ahora la de setecientos expertos, que sostienen que la reforma laboral no es lo prioritario.
La última crisis antes de la actual, la de 1993, también situó el desempleo alrededor de los cuatro millones de parados, aunque entonces la población ocupada era de apenas doce millones de personas, contra los diecinueve millones que hay actualmente.
El aumento de la población extranjera en España, emigrantes que han venido al calor de la burbuja inmobiliaria, produce este tipo de situaciones, ya que en los mejores momentos del Gobierno de Aznar, el paro se situó alrededor del 10%, pero con una población ocupada inferior a la actual, entre dieciséis y diecisiete millones de personas.
Esto no significa que el elevado desempleo sea a causa de esta población inmigrante, sino que ésta ha aumentado mucho debido al elevado peso en la economía española de actividades de poco valor añadido y muy intensivas en mano de obra, como la hostelería o la construcción (en pleno auge inmobiliario, el ladrillo llegó a emplear a un 13% de la población, cuando en otros países está alrededor de un 5% o un 6%, cifra también mucho más acorde con lo que sería el tamaño natural del parque inmobiliario en España).
La construcción ha destruido 700.000 empleos en el último año, y este bajón ha permitido que la temporalidad en España descienda de alrededor del 30% al 25%, a través de no renovaciones de contratos y despidos de empleados temporales (aun así, la temporalidad en España sigue siendo aproximadamente el doble de la media europea).
Ante esta situación, el grupo de los cien economistas –entre los que se encuentra el actual secretario de Estado de economía, José Manuel Campa, aunque cuando firmó el manifiesto aún no tenía este puesto- aboga por un contrato único indefinido, para acabar con esta dualidad del mercado laboral, con unos trabajadores “privilegiados” –los indefinidos- y otros con muy pocos derechos –los temporales.
Por su parte, el grupo de los setecientos, con tesis más cercanas a los sindicatos, ven como prioridades que el sistema financiero funcione adecuadamente y el cambio de modelo productivo hacia uno más intensivo en capital y menos en mano de obra.
¿Por qué aumenta más el desempleo en España que en otros países?
Según el G-700, las causas son el modelo productivo que hemos creado en España; si la construcción absorbió tal volumen de empleo en su época de esplendor, es evidente que ahora lidera la destrucción de empleo.
El grupo de los cien argumenta, sin embargo, que la inestabilidad laboral es mayor en España en todos los sectores, debido a la poca competitividad exterior de nuestra economía, y además se utiliza demasiado la contratación temporal, cuando hay otras soluciones, en muchos casos desconocidas por el empresario, o poco incentivadas, como los contratos fijos discontinuos y la contratación a tiempo parcial.
Uno de los argumentos más oídos en los últimos tiempos es el de que el alto coste del despido desincentiva la contratación. En mi opinión, está un poco cogido por alfileres, puesto que los empresarios se acuerdan de lo que cuesta despedir a un trabajador cuando efectivamente tienen que hacerlo, pero no lo piensan a la hora de contratarlo, ya que lo hacen porque lo necesitan, y en cualquier caso, están los contratos temporales, que en España son muy utilizados, que les permiten adecuar la contración a las necesidades de producción.
Otro de los motivos más repetidos es el de la poca competitividad de la economía española. Desde mi punto de vista, en este caso ambos colectivos tienen parte de razón. En cuanto al funcionamiento adecuado del sistema financiero y el cambio de modelo productivo en España, son aspectos en los que la mayoría estamos de acuerdo, aunque no van a se van a arreglar a corto plazo, especialmente el segundo.
Desde mi punto de vista, la alta temporalidad en España sí que tiene una elevada incidencia en el elevado desempleo español, por dos razones: una, porque es fácil y barato despedir a un trabajador temporal, y dos, porque por la propia naturaleza del puesto, fomenta la baja productividad –un trabajador que pase seis meses en su puesto, por ejemplo, posiblemente ni llegue a aprender todo lo necesario para desenvolverse con soltura en su trabajo, ni se sienta implicado para hacerlo.
Y por parte de la empresa, lo mismo, no favorece que se sienta implicada con el trabajador, ni que invierta en su formación. Y esta inversión es algo que las empresas no deberían dudar en hacer, si quieren ser competitivas. Porque como comentó hace poco Alberto, de Facility Manager, ¿qué es peor, que los formes y se vayan, o que no los formes y se te queden?
Pablo Rodríguez es licenciado en Ciencias Empresariales, postgraduado en Auditoría de Cuentas y máster MBA, apasionado del mundo de la economía y la gestión empresarial. Para compartir sus comentarios y su punto de vista sobre estos temas, visite:
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