Francisco Camps, que ha llevado la Comunidad Valenciana al borde de la quiebra, confÃa en que la próxima llegada de Mariano Rajoy a La Moncloa solucione sus problemas económicos. Para él, a diferencia de RodrÃguez Zapatero, el lÃder del PP debe ser como el craso TÃo Gilito de las historietas infantiles, que textualmente nadaba en oro. Pero ignora que el avaro TÃo Gilito jamás le dio un duro al ingenuo y pobretón Pato Donald.
Rajoy, envalentonado por el éxito electoral del pasado domingo, empieza por fin a enseñar la patita de su futuro programa económico: «Sangre, sudor y lágrimas», como prometió Winston Churchill a los británicos para ganar la guerra. Y a fe que lo consiguió.
Hasta ahora, RodrÃguez Zapatero ha ido prometiendo felicidad sin cuento y ha traÃdo, en cambio, un paro desolador, un frustrante desempleo juvenil, recortes salariales a los colectivos más cautivos y desarmados âfuncionarios y pensionistasâ, desaparición de ayudas sociales, etcétera, etcétera.
El sistema de quitar con una mano lo que daba con otra resulta doblemente perverso, además de la ironÃa de presumir, como hace el leonés, de «haber presidido el Gobierno con más prestaciones sociales de la historia». Por supuesto que podrÃa añadir que el suyo también ha sido «el de más recortes sociales de la Ãdem».
Pero hablaba de lo perverso del sistema de subvenciones, que propicia la resignación y el conformismo y fomenta el abandono y la molicie frente al esfuerzo y el tesón para mejorar el bienestar personal y colectivo. Eso les sucedÃa también al Pato Donald y a sus ociosos sobrinitos del cuento, esperanzados siempre en que los dólares del TÃo Gilito les sacasen de pobres.
En esta otra historia real de la crisis económica, nadie, salvo nosotros mismos, nos va a sacar las castañas del fuego. Ante la inoperancia del presidente Zapatero, de los derroches económicos de Camps y demás dirigentes autonómicos, del persistente déficit público y de la deuda que no cesa, ya está acechándonos el famoso mercado para pedirnos cuentas.
Y no nos creamos que el tal mercado lo conforman unos siniestros personajes emboscados en Wall Street, sino que lo constituyen millones de pequeños inversores de todo el mundo que buscan la mejor manera de rentabilizar sus modestos ahorros.
Por eso, van dados quienes, como Camps, aún creen que el derroche económico puede seguir. Mariano Rajoy y cualquier persona con sentido común saben que esto se va a acabar porque, si no, a nuestro lado lo de Grecia no será más que una mÃnima anécdota.     Â
Enrique Arias Vega (Bilbao) es un periodista y economista español. Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artÃculos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana «Terzo Mondo» y en el periódico «Noticias del Mundo» de Nueva York. Entre otros cargos, ha sido director de «El Periódico» de Barcelona, «El Adelanto» de Salamanca, y la edición de «ABC» en la Comunidad Valenciana, asà como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación. En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico «Ãlvaro Cunqueiro» (2004), el de Novela Corta «Ategua» (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, «Convivir» (2006). Sus últimos libros publicados han sido una compilación de artÃculos de prensa, «España y otras impertinencias» (2009), y otra de relatos cortos, «Nada es lo que parece» (2008). Es autor, también, entre otras obras, de la novela «El ejecutivo» (2006), de la que ya van publicadas tres ediciones, de «Ir contra corriente» (2007), «Valencia, entre el cielo y el infierno» (2008) y una antologÃa de semblanzas bajo el tÃtulo de «Personajes de toda la vida» (2007). Enlaces externos: Reseña en «Red mundial de escritores en español»
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