Cuando llegó a la presidencia, RodrÃguez Zapatero debió pensar que tomaba posesión de los Estados Unidos y echó la casa por la ventana, regalando a propios y ajenos prestaciones, ayudas, beneficios y subvenciones a tutiplén. No fue el único: casi todos nuestros dirigentes autonómicos han viajado por el mundo abriendo delegaciones y promocionando su región como si fuese un Estado independiente de España.
Claro que los ciudadanos tenemos los polÃticos que nos merecemos. También nosotros nos hemos creÃdo los más ricos del mundo y durante demasiado tiempo hemos simultaneado la hipoteca de dos casas, nos hemos hecho la liposucción a crédito y hemos pedido préstamos hasta para veranear en las islas Seychelles. O sea, que no podemos criticar a los demás por aquello que hemos practicado nosotros mismos.
Ahora, ya lo sabemos, ha venido Paco con las rebajas en forma de crisis económica, con su secuelas de desempleo, recorte de salarios, rebaja de prestaciones sociales y un largo etcétera de privaciones varias.
Pero, por supuesto, la cosa no afecta a todo el mundo por igual. Por ejemplo, ningún Parlamento, ya sea nacional o autonómico, ha reducido significativamente su plantilla ni recortado significativamente el sueldo de sus diputados. La situación tampoco ha repercutido, al parecer, en los altos ejecutivos empresariales, por mucho que algunas de sus compañÃas arrojen pérdidas espectaculares gracias a su nefasta gestión. Esta misma semana tenemos la contratación de José Mourinho como entrenador del Real Madrid por 10 millones de euros anuales. ¿Resulta comprensible semejante dispendio?
Lo paradójico es que muchos medios de comunicación no pueden criticar este estado de cosas ya que sus empresas son las primeras en practicar esa doble moral. Tenemos, por ejemplo, el caso de un grupo radiofónico que, mientras reduce sueldos y plantilla, lleva a Londres a todo un programa, con colaboradores incluidos, para cubrir desde allà las elecciones británicas. Otro hace lo propio desde la misma Expo de Sanghai.
Y lo más penoso de todo lo que sucede es que nadie, absolutamente nadie, se rasga las vestiduras por ello.
Enrique Arias Vega (Bilbao) es un periodista y economista español. Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artÃculos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana «Terzo Mondo» y en el periódico «Noticias del Mundo» de Nueva York. Entre otros cargos, ha sido director de «El Periódico» de Barcelona, «El Adelanto» de Salamanca, y la edición de «ABC» en la Comunidad Valenciana, asà como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación. En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico «Ãlvaro Cunqueiro» (2004), el de Novela Corta «Ategua» (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, «Convivir» (2006). Sus últimos libros publicados han sido una compilación de artÃculos de prensa, «España y otras impertinencias» (2009), y otra de relatos cortos, «Nada es lo que parece» (2008). Es autor, también, entre otras obras, de la novela «El ejecutivo» (2006), de la que ya van publicadas tres ediciones, de «Ir contra corriente» (2007), «Valencia, entre el cielo y el infierno» (2008) y una antologÃa de semblanzas bajo el tÃtulo de «Personajes de toda la vida» (2007). Enlaces externos: Reseña en «Red mundial de escritores en español»
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